sábado, 19 de mayo de 2012

Enseñanza bíblica sobre la fe


En su sentido bíblico la fe puede describirse como la plena adhesión del intelecto y de la voluntad a la Palabra de Dios. Las dos facetas del verdadero creyente son: confianza en la persona que revela, y adhesión del intelecto a sus signos y palabras. En la literatura sapiencial la fe aparece necesaria e indispensable; la verdadera sabiduría incluye la fe. Las facultades intelectuales del hombre están encauzadas en una búsqueda de Dios.

En los Evangelios, la fe se desenvuelve con la revelación del Reino de Dios, cuyo fundamento es Jesús mismo. Este revela la doctrina de su Reino como quien tiene autoridad (Mt 7,7; Mc 1,22; Lc 4,32). y sus milagros los confirman. Sin embargo, Cristo deja claro que hace falta la gracia del Padre para tener esta fe en Él (Mt 11,25-27).
Esa gracia y correspondencia de la fe en Jesús, como Mesías, se refleja perfectamente en la confesión de San Pedro (Mt 16,16-18). La fe del Centurión esta considerada por el mismo Jesús como maravillosa (Mt 8,10; Lc7,1-10), precisamente porque el Centurión sabía lo que era autoridad para creer firmemente en su resultado: "pero di sólo una palabra y mi siervo será sano" (Lc 7,7). 
El modelo de la fe es la Virgen Marìa: Ella cree enseguida y deja obrar a Dios, según su palabra; Israel le dirá "Dichosa la que ha creído en la palabra de su Señor" (Lc 1,45). Si la Encarnación fue el comienzo, el hecho central y raíz de la fe evangélica es la Resurrección de Cristo, que inspirará toda la presentación de Jesús en otros escritos neotestamentarios (Hechos, Epístolas, Apocalipsis).


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